El pasado miércoles día 24 de noviembre asistí a la conferencia “De què parlem quan parlem dels llibres de text?” impartida por el profesor Jaume Martínez Bonafé. Esta conferencia formaba parte de las jornadas sobre manuales “Els llibres de text, a examen”.
En la sociedad actual en la que Internet se ha convertido en una fuente de conocimiento donde encontrar todo tipo de contenidos e información, conectarnos de forma instantánea con personas de cualquier parte del mundo, intercambiar información con ellos, opiniones… con tan sólo hacer un clic, ¿qué papel tienen los libros de texto en la enseñanza?
La respuesta a esta pregunta hoy en día no es sencilla aunque lo que sí parece claro es que el libro de texto, tal y como lo entendemos, es algo que tiene que cuestionarse y seguramente, evolucionar.
Los libros de texto son un recurso para la enseñanza, nos ayudan a enseñar y a aprender. Pero según Jaume Martínez, son algo mucho más serio:
- Detrás de cada libro de texto hay una teoría pedagógica; el libro concreta una teoría del currículum y una teoría didáctica. Por lo tanto, cuando utilicemos un libro o simplemente, cuando lo ojeemos, hemos de preguntarnos a qué teoría pedagógica y a qué planteamiento didáctico responde.
- Detrás de cada libro de texto hay una teoría del trabajo docente.
- Cada libro es un discurso.
- Y además, los libros son un gran negocio editorial.
Los libros de texto son una herramienta de la pedagogía escolástica que se desarrolló en la Edad Media y fue seguida principalmente por los jesuitas en los países donde triunfó la Contrarreforma. Sus esquemas se han mantenido hasta nuestros días: - Separación entre la vida del sujeto y el conocimiento a construir que está fuera de éste (el sujeto se convierte en objeto).
- Separación entre la escuela y la vida/ experiencia social.
- La cultura tiene un carácter estático y acabado.
- El saber se organiza desde la Academia, siguiendo el modelo francés, que señala qué es lo importante y lo que no lo es. Se trata, por tanto, de la transmisión de unos contenidos uniformes y estándares.
- Los conocimientos siguen una estructura temática, es decir, una ordenación.
En este planteamiento de la enseñanza el libro de texto tiene un papel fundamental. Como dice Martínez Bonafé, el libro es el catecismo de la pedagogía escolástica.
Son muchas las cosas que podríamos cuestionar de este planteamiento. Por ejemplo, en este esquema la cultura popular queda al margen y, por lo tanto, no forma parte del currículum. Sin embargo no cabe duda de que esta cultura está presente de tal modo que conforma gran parte de nuestra identidad cultural y social. A un niño le resultará mucho más motivador partir de algo que le sea próximo y conocido que de algo de lo que nunca haya oído hablar. Pero esto tampoco significa que deba quedarse sólo en lo próximo sino que ha de servirle de base para alcanzar niveles superiores.
En cuanto a la relación maestro-libro, muchos docentes consideran que los libros son casi imprescindibles en las aulas ya que, en muchos casos, el libro de texto es el currículum a enseñar. Estos maestros se preguntan ¿cómo enseñar sin la ayuda del libro de texto? Estos docentes, según el ponente, corren el riesgo de no controlar los procesos, los productos y los medios de producción. De acuerdo con Michael Apple, los libros de texto son una herramienta de desprofesionalización del maestro. Es decir, el maestro se está dejando llevar por las pautas marcadas por la editorial del libro de texto y está renunciando a abordar la asignatura desde su propia perspectiva pedagógica. La labor de formación de ese docente y sus potenciales aportaciones se diluyen por la sumisión a un material que le viene dado.
Sin embargo, no hay que caer en el pesimismo: aunque hoy en día todavía hay grupos de maestros que están de acuerdo con esta pedagogía hay también otros, cada vez más numerosos, que tienen otras maneras de entender el currículum y otras herramientas de trabajo; se puede construir, y de hecho se está haciendo, otra pedagogía.
Aunque el deseo innovador de muchos docentes nos pueda parecer un fenómeno reciente, no lo es. Por citar un ejemplo, hacia los años 80, algunos maestros españoles apostaron por la metodología de Célestin Freinet que se basaba en la comunicación sin necesidad de recurrir al libro de texto. Antes, Freinet había llevado la tecnología a la escuela mediante el uso de la imprenta que permitió a los niños elaborar el periódico escolar y la correspondencia interescolar. Su principal logro fue despertar en los alumnos la motivación por el saber y el deseo de compartirlo. Les permitió también trabajar temas que les eran cercanos (lo que anteriormente hemos denominado cultura popular), los animó a que buscaran información, la procesaran, la discutieran, los enseñó a escribir, a corregir e intercambiar la información con otros niños de otras escuelas o países. Con ello se interesaron por otras tierras y ambientes, por otras épocas y culturas diferentes. ¿No es esto lo que pretendemos actualmente?
He de reconocer que mi interés por Freinet no es reciente como tampoco lo es mi admiración hacia él por haber sido capaz poner en práctica grandes ideas que hicieron posible una renovación en la escuela. Precisamente en julio de 2009 participé en las Jornades del Fòrum Novadors: «On esTIC» presentando el tema “Tecnología e Historia de la Educación” en el que, entre otras cosas, reconocíamos los esfuerzos de Freinet por conjugar las Nuevas Tecnologías con la educación.
Fueron muchas las ideas que se plantearon en la conferencia y, aunque resulta complicado resumirlas en una frase, la idea con la que yo salí es que existe otra pedagogía, otra escuela y otro tipo de maestro que intenta hacer algo más cercano al niño y a las culturas de las que proviene. En nuestras manos está.
Es una lástima que por falta de tiempo no pudiéramos entrar en otro punto que a mí me parece de vital interés: el negocio que suponen los libros de texto. He intentado documentarme y encontrar un motivo que explique por qué está costando tanto que en las escuelas se produzcan los cambios de los que hemos hablado. En mi opinión son varias las causas:
Por un lado, para que se produzcan los cambios hace falta una voluntad, un cambio de actitud por parte de los docentes. El profesorado joven ha adquirido una formación de las TIC y está capacitado para ello pero existe una parte numerosa que necesitará una formación específica. Estos docentes se muestran más reticentes a abandonar los libros de texto.
Por otro lado, hace falta dotar a los centros de equipamientos e infraestructuras aunque esto ya se está haciendo porque desde la Administración se apuesta por “informatizar” la educación. Quizá el día en el que cada alumno tenga encima de su mesa un ordenador no esté tan lejos.
Y por último, las nuevas tecnologías de la educación y la comunicación dejan en entredicho el futuro de los libros de texto en papel. El negocio de las editoriales, que cada curso escolar mueven cantidades ingentes de dinero, queda en el aire.
Las nuevas tecnologías nos abren al mundo, un mundo real y cercano. Cualquier aprendizaje está relacionado con el momento actual y no desfasado como puede ocurrir cuando se utilizan libros de texto.
Los maestros también se aprovechan de estas y otras muchas ventajas que nos ofrecen las TIC ya que éstas hacen posible poder colaborar en proyectos de educación, compartirlos o buscar ayuda o consejo de otros docentes. Hace años, cuando esto no era posible, la posibilidad de compartir información y experiencias se limitaba al entorno más cercano de los docentes, que en muchas ocasiones no debía ir más allá del propio centro. Pero afortunadamente, al igual que ocurre ahora, también había maestros con voluntad de formarse y participar en Centros de Colaboración, como así se denominaron en su momento, y compartir experiencias con otros docentes.
Las editoriales se han dado cuenta de lo que se avecina pero al parecer no acaban de encontrar la solución que les permita conservar su status. Si se trata de actualizar los actuales libros de texto con imágenes, videos, es decir, digitalizarlos, en mi opinión, no aportan nada nuevo con respecto a lo que ya se pude encontrar en la Red. Si, como también se apunta, los libros de texto funcionarán únicamente en la plataforma de la editorial y compraremos su acceso durante un cierto tiempo ¿qué les parecerá a aquellas familias en las que los libros se pasan de unos hermanos a otros? ¿Tendrán que volver a pagar por un producto por el que ya habían pagado?
En conclusión, el libro de texto es un recurso de los muchos que hay hoy en día, pero no el único. Cada día la tecnología está más presente en nuestra vida cotidiana por lo que ha de convertirse en una herramienta de trabajo por las múltiples posibilidades que ofrece. Si nos mentalizamos de que compartir nos enriquece a todos cada vez serán más los materiales disponibles en la Red y será más fácil acceder y disponer de ellos. Es cuestión de que cada uno se plantee cómo quiere llevar a cabo su trabajo.