martes, 14 de diciembre de 2010

Software libre en educación: mucho más que un conjunto de programas

Hace un par de años empecé a usar Mozilla Firefox porque incorporaba una serie de mejoras como la navegación por pestañas que el  navegador Internet Explorer no ofrecía. De esta manera es como empecé a utilizar software libre, aunque he de reconocer que en aquel momento no entendía en qué consistía.

Vivimos en una sociedad de libre mercado y el software es como cualquier otro bien. El hecho de que las compañías informáticas fabriquen programas y cobren por su adquisición no difiere de cualquier otra actividad y por lo tanto, entra dentro de las reglas del juego.

El sistema capitalista tiende a la concentración y al monopolio. El estado sólo puede actuar si una empresa impide la libre competencia. A pesar de esto, hay empresas que han conseguido implantar sus productos de tal modo que en la práctica operan casi como un monopolio. El ejemplo más claro es Windows con el que operan cerca del 90% de los ordenadores a nivel mundial. Por este motivo Microsoft puede permitirse sacar al mercado versiones con muchísimas imperfecciones, cosa que en una situación de competencia perfecta no sucedería, e ir subsanando sus errores con sucesivas actualizaciones.

Antes de que apareciera Internet no había posibilidad de mejorar los programas pero la Red lo cambió todo y surgió como alternativa el software libre.

Los recursos económicos de los que dispone el software libre no son los mismos que los de una gran compañía como Microsoft y AdobeEstas empresas reservan un porcentaje importante de su presupuesto a la investigación y desarrollo. Para ello cuentan con un equipo muy bueno profesionales. Este hecho explica que el software libre inicialmente fuera por detrás de estas compañías. Sin embargo, lo que las grandes entidades nunca podrán tener, por muy poderosas que sean, es a millones de personas que pueden poner su granito de arena para hacer productos que se pueden ir complementando, es decir, que se pueden ir adaptando a los gustos y necesidades exclusivas de cada usuario. El ejemplo más claro fue Mozilla Firefox que surgió como algo minoritario pero que con las contribuciones de infinidad de pequeños programadores sin grandes pretensiones dispuso en breve tiempo de centenares de pequeñas aplicaciones. Gracias a ellas este navegador resultó ser mucho más cómodo y atractivo que el de Microsoft invirtiendo la desventaja que inicialmente existía entre software libre y software privado.


Software libre es la traducción del término free software. Dado que la traducción de free puede ser “libre” o “gratuito” mucha gente lo asocia con la segunda opción pero no siempre es así. En realidad el término libre se refiere a las libertades que nos otorga el propietario del software: nos permite ejecutar el programa en cualquier sitio y para cualquier propósito, acceder al código fuente, hacer cambios, arreglar errores y difundir sus mejoras a fin de que todos los usuarios se beneficien.

Por eso, cuando nos referimos al software libre estamos hablando de compartir. Si se comparte un producto, si entre todos se trabaja para que sea cada vez mejor, estas acciones redundarán en una mayor calidad. En cambio, la filosofía del software privado es muy distinta. En este caso el usuario solamente tiene derecho de usar el software que ha comprado en un ordenador determinado. Cualquier cosa que se salga de esto implicará que estamos incumpliendo las condiciones que establece la licencia, es decir, estaremos cometiendo un delito.

Otra de las ventajas que ofrece el software libre es su precio. Tanto su adquisición, mantenimiento, instalación, formación…. resulta más barato que el software privado. Quizás un usuario que se compra un ordenador cada varios años no mira tanto este aspecto pero cuando hablamos de la adquisición de muchos ordenadores y de su posterior mantenimiento resulta realmente importante.

El motivo económico es una de las causas que ha animado a algunas administraciones educativas a adoptar software libre. Por ejemplo, en el caso de la Comunidad Valenciana se ha desarrollado el programa Lliurex y los ordenadores de los centros (no sólo los que utilizan los docentes sino también aquellos a los que los alumnos tienen acceso) tienen instalado GNU/Linux.

Pero además de estas razones técnicas mencionadas (mayor calidad, menor coste, seguridad, estabilidad – el código fuente no desaparece a lo largo del tiempo- integración…) que algunos llaman razones pragmáticas también hay otros que defienden el uso de software libre por otros motivos de carácter ético, social y político. La base del software libre es la cooperación, la posibilidad de compartir y difundir, en definitiva, propiciar el beneficio de todos. Estos valores deben promoverse en nuestras aulas. Por ese motivo se dice que la filosofía del software libre está en la base de los planteamientos educativos que cada día están más extendidos en la comunidad educativa: la idea de difundir libremente los materiales curriculares que los docentes crean. 

Si nos mentalizamos de que compartir enriquece a todos, cada vez serán más los materiales disponibles en la Red y será más fácil acceder y disponer de ellos. Así, el trabajo de un maestro no se quedará olvidado en su cajón hasta que vuelva a necesitarlo sino que podrá ser utilizado y mejorado por otros compañeros. Sin duda, un material resulta ser de mayor calidad si en su elaboración, aplicación y revisión ha participado un grupo organizado de personas.


Como ocurre ante cualquier cambio, pasar del software privado al software libre supone un esfuerzo y un tiempo de adaptación. Este cambio debe producirse desde la base del sistema educativo, es decir, desde los propios docentes. Pero para que los docentes enseñen a sus alumnos que el software libre es mejor que el privado ellos mismos han de estar convencidos de tal afirmación. Me refiero a que no basta con que las administraciones educativas apuesten por el software libre y proporcionen ordenadores a los centros con este sistema si no hay una formación del profesorado. Si no es así, ocurrirá lo que está pasando en algunos centros: hay docentes que al no estar familiarizados con el nuevo entorno informático no se sienten cómodos y sólo encuentran inconvenientes a este sistema operativo. Será necesario que alguien les muestre los pasos a seguir para que los docentes descubran por si mismos las ventajas del software libre. Los futuros docentes, que ya somos conscientes de las ventajas de la filosofía del software libre, tenemos mucho que aportar.

Por último, me gustaría recomendar la lectura del documento  Software libre en educación de Jordi Adell y Iolanda Bernabé por haberme resultado un documento clarificador sobre software libre.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿Reemplazarán los libros electrónicos a los libros en papel?

La entrada anterior estuvo dedicada a reflexionar sobre el papel actual de los libros de texto en la enseñanza y cuál podría ser su futuro. Todo apunta a que los libros de texto, tal y como los entendemos, han de cambiar pues hoy en día existen numerosos recursos que hacen que los libros no sean imprescindibles dentro de las aulas.

Estas reflexiones me han hecho plantearme qué es lo que podría ocurrir con el resto de los libros. ¿Serán reemplazados por los formatos electrónicos o sobrevivirán como lo han hecho durante los últimos 500 años?

Antes de tratar de dar respuesta a esta pregunta sería interesante repasar cuáles han sido los principales hitos en la historia del registro escrito de información:

Los primeros formatos utilizados fueron materiales inertes como la piedra o la cerámica. Aparecieron en el Neolítico con el desarrollo de la administración en las ciudades.


Más tarde, la información empezó a recogerse sobre rollos de papiro que resultaban mucho más ligeros y fáciles de transportar. Se sabe que la biblioteca de Alejandría llegó a tener alrededor de un millón de rollos (4 rollos equivalen aproximadamente a un libro actual). Esta cifra pone de manifiesto la importancia que ya en aquella época tenía el poder conservar y transmitir el saber.


Posteriormente, los rollos fueron reemplazados por libros copiados a mano. Su elaboración, al igual que había ocurrido con los soportes anteriores, seguía siendo muy laboriosa.

Fue en el año 1440 cuando en Alemania Johannes Gutenberg inventó la imprenta basada en un sistema de tipos móviles. De este modo la cantidad de ejemplares de una obra que podía ser difundida aumentó  considerablemente. Como curiosidad, los periódicos se siguen llamando prensa porque la imprenta es una prensa con tipos móviles.

El libro con el formato que conocemos en la actualidad, es decir, obra impresa en una serie de hojas de papel, unidas por un lado y protegida con tapas, es un invento del Renacimiento. A los libros impresos con este sistema desde la aparición de la imprenta hasta el año 1500 se les llama incunables. Para entender la importancia de esta invención, debe tenerse en cuenta que la Reforma Protestante, iniciada en 1519 por Martín Lutero no hubiera triunfado de no haber sido gracias a la difusión de las nuevas doctrinas mediante el uso de la imprenta.

Después de cinco siglos de la invención del libro convencional, ¿cómo es posible que haya llegado hasta nuestros días? Podemos señalar varios factores fundamentales que han contribuido a su conservación:
  • Por su comodidad, ya que pueden contener mucha información y se puede trabajar fácilmente con ellos.
  • Por la dificultad para copiarlos ya que tanto si se intenta copiar un libro a mano como si intenta fotocopiar, lleva mucho tiempo hacerlo. Esto compensa a los editores.

Sin embargo, el futuro de libro de papel se está viendo cuestionado:
  • En cuanto a la cantidad de información, en un CD, en un DVD o en un servidor cabe mucho más que en un libro. Si nos centramos en los libros electrónicos los más modernos tienen una memoria interna amplia que nos permite almacenar infinidad de obras a la vez.
  • Respecto a poder copiar la información, con los dispositivos electrónicos esta tarea es mucho más rápida. Esto, sin duda, supone una desventaja para el editor pero no para el usuario.
  • Sobre la capacidad y comodidad para trabajar, los formatos electrónicos son también fáciles de transportar. En un principio la lectura en pantalla resultaba bastante incómoda porque los ordenadores portátiles necesitan un soporte. Para mejorar este aspecto, Apple ha sacado al mercado el iPad. Se trata de la primera propuesta de portátil con forma de tableta que no necesita apoyarse en ningún sitio para ser utilizada. Pero además, existen también los libros electrónicos que tienen forma de libro convencional, con un tamaño muy reducido (tamaño de pantalla entre 6 y 10 pulgadas) cuyo uso se destina únicamente a leer libros en pantalla. Los fabricantes de estos libros intentan que se parezcan al máximo a los libros de papel convencionales para que los lectores noten lo menos posible el cambio. Sin embargo, ambos sistemas electrónicos requieren una batería para funcionar mientras que el libro de papel no. Además, el acceso a la información está limitado por la conexión a Internet (los contenidos se compran en una tienda online, se descargan en el ordenador y posteriormente se traspasan al lector de libros). En el caso de los libros de última generación con conexión 3G esta limitación desaparece.
iPad
  • Sin duda la asignatura pendiente para que los libros electrónicos superaran a los tradicionales es la autonomía de la batería. Los esfuerzos de la industria informática deberán ir encaminados a mejorar esta limitación. 

Libro electrónico
Es ya una realidad que las ventas de los libros electrónicos ha aumentado por todas las ventajas señaladas anteriormente y porque las ediciones digitales resultan mucho más baratas.

En mi opinión, el uso de los libros electrónicos llegará cada vez más lejos, pero no creo que los libros en papel lleguen a desaparecer, al menos en un futuro próximo, pues hay muchos lectores que piensan que si no tienen el libro en sus manos, si no tocan y huelen sus hojas, la lectura no es tan satisfactoria.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Los libros de texto, a debate

El pasado miércoles día 24 de noviembre asistí a la conferencia “De què parlem quan parlem dels llibres de text?” impartida por el profesor Jaume Martínez Bonafé. Esta conferencia formaba parte de las jornadas sobre manuales “Els llibres de text, a examen”.

En la sociedad actual en la que Internet se ha convertido en una fuente de conocimiento donde encontrar todo tipo de contenidos e información, conectarnos de forma instantánea con personas de cualquier parte del mundo, intercambiar información con ellos, opiniones… con tan sólo hacer un clic, ¿qué papel tienen los libros de texto en la enseñanza?


La respuesta a esta pregunta hoy en día no es sencilla aunque lo que sí parece claro es que el libro de texto, tal y como lo entendemos, es algo que tiene que cuestionarse y seguramente, evolucionar.

Los libros de texto son un recurso para la enseñanza, nos ayudan a enseñar y a aprender. Pero según Jaume Martínez, son algo mucho más serio:
  • Detrás de cada libro de texto hay una teoría pedagógica; el libro concreta una teoría del currículum y una teoría didáctica. Por lo tanto, cuando utilicemos un libro o simplemente, cuando lo ojeemos, hemos de preguntarnos a qué teoría pedagógica y a qué planteamiento didáctico responde.
  • Detrás de cada libro de texto hay una teoría del trabajo docente.
  • Cada libro es un discurso.
  • Y además, los libros son un gran negocio editorial.
Los libros de texto son una herramienta de la pedagogía escolástica que se desarrolló en la Edad Media y fue seguida principalmente por los jesuitas en los países donde triunfó la Contrarreforma. Sus esquemas se han mantenido hasta nuestros días:
  • Separación entre la vida del sujeto y el conocimiento a construir que está fuera de éste (el sujeto se convierte en objeto).
  • Separación entre la escuela y la vida/ experiencia social.
  • La cultura tiene un carácter estático y acabado.
  • El saber se organiza desde la Academia, siguiendo el modelo francés, que señala qué es lo importante y lo que no lo es. Se trata, por tanto, de la transmisión de unos contenidos uniformes y estándares.
  • Los conocimientos siguen una estructura temática, es decir, una ordenación.
En este planteamiento de la enseñanza el libro de texto tiene un papel fundamental. Como dice Martínez Bonafé, el libro es el catecismo de la pedagogía escolástica.

Son muchas las cosas que podríamos cuestionar de este planteamiento. Por ejemplo, en este esquema la cultura popular queda al margen y, por lo tanto, no forma parte del currículum. Sin embargo no cabe duda de que esta cultura está presente de tal modo que conforma gran parte de nuestra identidad cultural y social. A un niño le resultará mucho más motivador partir de algo que le sea próximo y conocido que de algo de lo que nunca haya oído hablar. Pero esto tampoco significa que deba quedarse sólo en lo próximo sino que ha de servirle de base para alcanzar niveles superiores.

En cuanto a la relación maestro-libro, muchos docentes consideran que los libros son casi imprescindibles en las aulas ya que, en muchos casos, el libro de texto es el currículum a enseñar. Estos maestros se preguntan ¿cómo enseñar sin la ayuda del libro de texto? Estos docentes, según el ponente, corren el riesgo de no controlar los procesos, los productos y los medios de producción. De acuerdo con Michael Apple, los libros de texto son una herramienta de desprofesionalización del maestro. Es decir, el maestro se está dejando llevar por las pautas marcadas por la editorial del libro de texto y está renunciando a abordar la asignatura desde su propia perspectiva pedagógica. La labor de formación de ese docente y sus potenciales aportaciones se diluyen por la sumisión a un material que le viene dado.

Sin embargo, no hay que caer en el pesimismo: aunque hoy en día todavía hay grupos de maestros que están de acuerdo con esta pedagogía hay también otros, cada vez más numerosos, que tienen otras maneras de entender el currículum y otras herramientas de trabajo; se puede construir, y de hecho se está haciendo, otra pedagogía.

Aunque el deseo innovador de muchos docentes nos pueda parecer un fenómeno reciente, no lo es. Por citar un ejemplo, hacia los años 80, algunos maestros españoles apostaron por la metodología de Célestin Freinet que se basaba en la comunicación sin necesidad de recurrir al libro de texto. Antes, Freinet había llevado la tecnología a la escuela mediante el uso de la imprenta que permitió a los niños elaborar el periódico escolar y la correspondencia interescolar. Su principal logro fue despertar en los alumnos la motivación por el saber y el deseo de compartirlo. Les permitió también trabajar temas que les eran cercanos (lo que anteriormente hemos denominado cultura popular), los animó a que buscaran información, la procesaran, la discutieran, los enseñó a escribir, a corregir e intercambiar la información con otros niños de otras escuelas o países. Con ello se interesaron por otras tierras y ambientes, por otras épocas y culturas diferentes. ¿No es esto lo que pretendemos actualmente?

He de reconocer que mi interés por Freinet no es reciente como tampoco lo es mi admiración hacia él por haber sido capaz poner en práctica grandes ideas que hicieron posible una renovación en la escuela. Precisamente en julio de 2009 participé  en las Jornades del Fòrum Novadors: «On esTIC» presentando el tema “Tecnología e Historia de la Educación” en el que, entre otras cosas, reconocíamos los esfuerzos de Freinet por conjugar las Nuevas Tecnologías con la educación.


Fueron muchas las ideas que se plantearon en la conferencia y, aunque resulta complicado resumirlas en una frase, la idea con la que yo salí es que existe otra pedagogía, otra escuela y otro tipo de maestro que intenta hacer algo más cercano al niño y a las culturas de las que proviene. En nuestras manos está.

Es una lástima que por falta de tiempo no pudiéramos entrar en otro punto que a mí me parece de vital interés: el negocio que suponen los libros de texto. He intentado documentarme y encontrar un motivo que explique por qué está costando tanto que en las escuelas se produzcan los cambios de los que hemos hablado. En mi opinión son varias las causas


Por un lado, para que se produzcan los cambios hace falta una voluntad, un cambio de actitud por parte de los docentes. El profesorado joven ha adquirido una formación de las TIC y está capacitado para ello pero existe una parte numerosa que necesitará una formación específica. Estos docentes se muestran más reticentes a abandonar los libros de texto.


Por otro lado, hace falta dotar a los centros de equipamientos e infraestructuras aunque esto ya se está haciendo porque desde la Administración se apuesta por “informatizar” la educación. Quizá el día en el que cada alumno tenga encima de su mesa un ordenador no esté tan lejos.


Y por último, las nuevas tecnologías de la educación y la comunicación dejan en entredicho el futuro de los libros de texto en papel. El negocio de las editoriales, que cada curso escolar mueven cantidades ingentes de dinero, queda en el aire.

Las nuevas tecnologías nos abren al mundo, un mundo real y cercano. Cualquier aprendizaje está relacionado con el momento actual y no desfasado como puede ocurrir cuando se utilizan libros de texto.

Los maestros también se aprovechan de estas y otras muchas ventajas que nos ofrecen las TIC ya que éstas hacen posible poder colaborar en proyectos de educación, compartirlos o buscar ayuda o consejo de otros docentes. Hace años, cuando esto no era posible, la posibilidad de compartir información y experiencias se limitaba al entorno más cercano de los docentes, que en muchas ocasiones no debía ir más allá del propio centro. Pero afortunadamente, al igual que ocurre ahora, también había maestros con voluntad de formarse y participar en Centros de Colaboración, como así se denominaron en su momento, y compartir experiencias con otros docentes.

Las editoriales se han dado cuenta de lo que se avecina pero al parecer no acaban de encontrar la solución que les permita conservar su status. Si se trata de actualizar los actuales libros de texto con imágenes, videos, es decir, digitalizarlos, en mi opinión, no aportan nada nuevo con respecto a lo que ya se pude encontrar en la Red. Si, como también se apunta, los libros de texto funcionarán únicamente en la plataforma de la editorial y compraremos su acceso durante un cierto tiempo ¿qué les parecerá a aquellas familias en las que los libros se pasan de unos hermanos a otros? ¿Tendrán que volver a pagar por un producto por el que ya habían pagado?


En conclusión, el libro de texto es un recurso de los muchos que hay hoy en día, pero no el único. Cada día la tecnología está  más presente en nuestra vida cotidiana por lo que ha de convertirse en una herramienta de trabajo por las múltiples posibilidades que ofrece. Si nos mentalizamos de que compartir nos enriquece a todos cada vez serán más los materiales disponibles en la Red y será más fácil acceder y disponer de ellos. Es cuestión de que cada uno se plantee cómo quiere llevar a cabo su trabajo.