Hace un par de años empecé a usar Mozilla Firefox porque incorporaba una serie de mejoras como la navegación por pestañas que el navegador Internet Explorer no ofrecía. De esta manera es como empecé a utilizar software libre, aunque he de reconocer que en aquel momento no entendía en qué consistía.
Vivimos en una sociedad de libre mercado y el software es como cualquier otro bien. El hecho de que las compañías informáticas fabriquen programas y cobren por su adquisición no difiere de cualquier otra actividad y por lo tanto, entra dentro de las reglas del juego.
El sistema capitalista tiende a la concentración y al monopolio. El estado sólo puede actuar si una empresa impide la libre competencia. A pesar de esto, hay empresas que han conseguido implantar sus productos de tal modo que en la práctica operan casi como un monopolio. El ejemplo más claro es Windows con el que operan cerca del 90% de los ordenadores a nivel mundial. Por este motivo Microsoft puede permitirse sacar al mercado versiones con muchísimas imperfecciones, cosa que en una situación de competencia perfecta no sucedería, e ir subsanando sus errores con sucesivas actualizaciones.
Antes de que apareciera Internet no había posibilidad de mejorar los programas pero la Red lo cambió todo y surgió como alternativa el software libre.
Los recursos económicos de los que dispone el software libre no son los mismos que los de una gran compañía como Microsoft y Adobe. Estas empresas reservan un porcentaje importante de su presupuesto a la investigación y desarrollo. Para ello cuentan con un equipo muy bueno profesionales. Este hecho explica que el software libre inicialmente fuera por detrás de estas compañías. Sin embargo, lo que las grandes entidades nunca podrán tener, por muy poderosas que sean, es a millones de personas que pueden poner su granito de arena para hacer productos que se pueden ir complementando, es decir, que se pueden ir adaptando a los gustos y necesidades exclusivas de cada usuario. El ejemplo más claro fue Mozilla Firefox que surgió como algo minoritario pero que con las contribuciones de infinidad de pequeños programadores sin grandes pretensiones dispuso en breve tiempo de centenares de pequeñas aplicaciones. Gracias a ellas este navegador resultó ser mucho más cómodo y atractivo que el de Microsoft invirtiendo la desventaja que inicialmente existía entre software libre y software privado.
Software libre es la traducción del término free software. Dado que la traducción de free puede ser “libre” o “gratuito” mucha gente lo asocia con la segunda opción pero no siempre es así. En realidad el término libre se refiere a las libertades que nos otorga el propietario del software: nos permite ejecutar el programa en cualquier sitio y para cualquier propósito, acceder al código fuente, hacer cambios, arreglar errores y difundir sus mejoras a fin de que todos los usuarios se beneficien.
Por eso, cuando nos referimos al software libre estamos hablando de compartir. Si se comparte un producto, si entre todos se trabaja para que sea cada vez mejor, estas acciones redundarán en una mayor calidad. En cambio, la filosofía del software privado es muy distinta. En este caso el usuario solamente tiene derecho de usar el software que ha comprado en un ordenador determinado. Cualquier cosa que se salga de esto implicará que estamos incumpliendo las condiciones que establece la licencia, es decir, estaremos cometiendo un delito.
Otra de las ventajas que ofrece el software libre es su precio. Tanto su adquisición, mantenimiento, instalación, formación…. resulta más barato que el software privado. Quizás un usuario que se compra un ordenador cada varios años no mira tanto este aspecto pero cuando hablamos de la adquisición de muchos ordenadores y de su posterior mantenimiento resulta realmente importante.
El motivo económico es una de las causas que ha animado a algunas administraciones educativas a adoptar software libre. Por ejemplo, en el caso de la Comunidad Valenciana se ha desarrollado el programa Lliurex y los ordenadores de los centros (no sólo los que utilizan los docentes sino también aquellos a los que los alumnos tienen acceso) tienen instalado GNU/Linux.
Pero además de estas razones técnicas mencionadas (mayor calidad, menor coste, seguridad, estabilidad – el código fuente no desaparece a lo largo del tiempo- integración…) que algunos llaman razones pragmáticas también hay otros que defienden el uso de software libre por otros motivos de carácter ético, social y político. La base del software libre es la cooperación, la posibilidad de compartir y difundir, en definitiva, propiciar el beneficio de todos. Estos valores deben promoverse en nuestras aulas. Por ese motivo se dice que la filosofía del software libre está en la base de los planteamientos educativos que cada día están más extendidos en la comunidad educativa: la idea de difundir libremente los materiales curriculares que los docentes crean.
Si nos mentalizamos de que compartir enriquece a todos, cada vez serán más los materiales disponibles en la Red y será más fácil acceder y disponer de ellos. Así, el trabajo de un maestro no se quedará olvidado en su cajón hasta que vuelva a necesitarlo sino que podrá ser utilizado y mejorado por otros compañeros. Sin duda, un material resulta ser de mayor calidad si en su elaboración, aplicación y revisión ha participado un grupo organizado de personas.
Como ocurre ante cualquier cambio, pasar del software privado al software libre supone un esfuerzo y un tiempo de adaptación. Este cambio debe producirse desde la base del sistema educativo, es decir, desde los propios docentes. Pero para que los docentes enseñen a sus alumnos que el software libre es mejor que el privado ellos mismos han de estar convencidos de tal afirmación. Me refiero a que no basta con que las administraciones educativas apuesten por el software libre y proporcionen ordenadores a los centros con este sistema si no hay una formación del profesorado. Si no es así, ocurrirá lo que está pasando en algunos centros: hay docentes que al no estar familiarizados con el nuevo entorno informático no se sienten cómodos y sólo encuentran inconvenientes a este sistema operativo. Será necesario que alguien les muestre los pasos a seguir para que los docentes descubran por si mismos las ventajas del software libre. Los futuros docentes, que ya somos conscientes de las ventajas de la filosofía del software libre, tenemos mucho que aportar.
Por último, me gustaría recomendar la lectura del documento Software libre en educación de Jordi Adell y Iolanda Bernabé por haberme resultado un documento clarificador sobre software libre.