domingo, 9 de enero de 2011

Reflexión personal sobre la elaboración de un Portafolio electrónico

Tras varios días dándole vueltas a la manera de elaborar mi Portafolio, cómo enfocarlo, qué artefactos seleccionar… por fin decidí dejar a un lado todas estas dudas y ponerme manos a la obra. Estoy segura de que esas inseguridades se debían a que nunca antes había hecho un Portafolio y, aunque me cueste reconocerlo, enfrentarme a algo desconocido me genera una cierta inquietud. Lo bueno, y al mismo tiempo, lo que más me desconcertaba de esta tarea es que era yo quien decidía lo que debía o no incluir en mi portafolio y la manera de contarlo. Es, por tanto, algo personal.

Un portafolio recoge los trabajos que un alumno ha ido elaborando a lo largo del curso para, tras su análisis, poder saber qué competencias ha desarrollado. Los trabajos deben ir acompañados de una explicación que justifique su elaboración así como de las reflexiones del estudiante sobre el proceso seguido y sobre el producto final. Con todo ello se pretende que el alumno sea consciente de las destrezas o competencias que ha adquirido a lo largo del proceso. El portafolio es, además, una buena herramienta de reflexión para el propio docente sobre el trabajo de sus alumnos y sobre su propia labor. 


Para elaborar mi portafolio he seleccionado aquellos trabajos, también llamados evidencias, que considero que  muestran mi desarrollo en el proceso de aprendizaje. Por ese motivo es lógico que el grado de dificultad de las primeras evidencias, como por ejemplo, la creación de un blog, sea mucho menor que el de evidencias sucesivas. En la entrada que he redactado de cada uno de los trabajos seleccionados he intentado reflexionar sobre aquello que he aprendido, las dificultades que encontré al realizar la tarea, las competencias que, en mi opinión, he desarrollado y además, siempre que ha sido posible, he planteado propuestas de mejora. Las competencias a las que se hace referencia a lo largo del documento son una adaptación simplificada de las normas de la Internacional Society for Technology in Education (ISTE).

Para realizarlo he tenido que volver a recordar cada una de las tareas dándome cuenta que lo que algunas cosas que hace tiempo me suponían un problema (como publicar una entrada en el blog, subir fotos a Flickr…) hoy han dejado de serlo. En algunos casos la reflexión sobre lo aprendido me ha permitido tomar conciencia de que hay tareas que resultan mucho más completas e interesantes de lo que yo pensaba. Esto es lo que me ha ocurrido con Twitter que con el paso del tiempo he pasado de verlo como una especie de Chat a una herramienta con un gran potencial y utilidad.

Quizás la parte más complicada ha sido la de autoevaluarme a través de la reflexión sobre las competencias que considero que he adquirido en cada tarea. Siempre me ha parecido difícil tener que evaluar a alguien, determinar si ha alcanzado o no los objetivos planteados pero me he dado cuenta de que esta tarea resulta más complicada cuando uno mismo es “juez” de su trabajo. Sin embargo, en el caso del portafolio, al tratarse de recoger las evidencias que un alumno ha elaborado a lo largo del tiempo, la evaluación es continua de modo que permite comprobar sus esfuerzos y resultados conseguidos a lo largo del proceso. No se trata, por tanto, de calificar numéricamente el resultado de los trabajos sino de un instrumento para reflexionar. Creo que no es necesario explicar que este tipo de evaluación no tiene nada que ver con los modelos de evaluación tradicionales, como un examen, donde la nota final depende de una prueba puntual.

En cuanto al uso de Mahara, simplemente me gustaría mencionar que la creación de una vista donde mostrar los artefactos elegidos no resulta muy complicada. Basta con seguir tres sencillos pasos: elegir el diseño de la vista, sus detalles y finalmente, configurar quién puede ver la vista mediante los permisos de acceso.



Me gustaría finalizar esta entrada señalando que aunque el portafolio se usa en educación es una idea original de otros ámbitos profesionales. Artistas, arquitectos y fotógrafos lo usan para mostrar lo mejor de su trabajo a clientes potenciales. ¡Qué mejor carta de presentación que enseñar lo que uno es capaz de hacer!

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